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Etiqueta: Felicidad

La culpa es de los padres #PalabraDePau

Ser el padre perfecto es imposible.

La culpa es de los padres por no llegar a todo y no ser los padres perfectos. Quiérelos infito. Dales teta. Portea. Dales todo lo que necesiten pero a la vez ponles límites. No les grites. Concilia. Ganar dinero. Ten una carrera profesional. Ama a Montessori sobre todas las cosas. Ves a las reuniones de padres, a las fiestas de cumple de su clase, a las puertas abiertas, a la exhibición de música y a buscarlo los viernes.

La culpa es de los padres porque es imposible llegar a todo. Porque las paternidades de cartón piedra son una puta fachada: por mucho que intentemos fingir que nuestros hijos no comen chuches, que no les ponemos dibujos para cenar y que nos encanta el colecho, todos sabemos que si realmente haces todo lo que enseñas en tu maldito instagram estás criando a futuros psicópatas.

La culpa es de los padres por transmitir nuestras frustraciones a nuestros hijos. Por meterles en una burbuja. Por sobreprotegerles. Por no dejar que sufran. Por corretear a su alrededor en el parque (Papá Helicóptero) para estar ahí si caen. Por forzarles a compartir, a pedir perdón y a besar a la abuela. Por leer mucho sobre crianza y paternidad e intentar hacerlo todo. O por no leer nada de nada y fiarlo todo a nuestro (inexistente) instinto innato y a los consejos de la suegra. Por renunciar a nuestra carrera profesional para dedicarles tiempo o por tener una carrera profesional para comprar lo que necesitan.

La culpa es de los padres, de eso no hay duda.

Pero ahora que lo pienso… si la culpa de como son mis hijos es mía… ¿la culpa de como soy yo es de mis padres no?  Nuestros padres nos han hecho como somos. Hemos tenido regalos en navidad y reyes, colegios privados, bambas de marca, videoconsolas y bicicletas. Nos empujaron a tener estudios, a esforzarnos, a sacarnos una carrera para ser alguien en la vida. Nos lo dieron todo renunciando ellos a tenerlo, y eso nos forjó para ser hoy los adultos que somos.

Pero aún y así, somos adultos con traumas, con frustraciones, con TOCs. Nos cuesta decir lo que pensamos y sentimos. Nos han hecho saber que somos la primera generación que lo hemos tenido todo. Por culpa de los padres somos niños en un cuerpo de adultos. Nos siguen gustando los videojuegos, los comics y las pelis de tiros. Oigo constantemente a adultos quejarse de que sus padres les han hecho como son. De que sus frustraciones y sus limitaciones son porque sus padres no les enseñaron a comunicarse o no les apuntaron a clase de danza.

Somos adultos incapaces en el plano emocional, relacional, social… nos cuesta expresar lo que sentimos, nos encerramos en nuestro egoísmos y en nuestras frustraciones. Nuestra incapacidad de mantener una relación sentimental. Resignarnos a trabajar en algo que no nos gusta por miedo a salir de nuestra zona de confort. Y la verdad, es muy cómodo saber que todo es culpa de los padres.

Pero tengo una mala noticia…

«La culpa es de los padres» es una excusa barata.

Deja ya de culpar a tus padres de todo lo malo si tienes ya edad de beber, carnet de conducir o pelos en los sobacos. Has tenido ya tiempo de sobra para cerrar heridas, ver que hay que no funcione bien y arreglarlo. Has podido ir al psiquiatra, al psicólogo, emborracharte, tener sexo, tener twitter, trollear…. Has podido ver que hay en tí que no funcione bien y arreglarlo. Utilizar a tus padres como excusa ya no vale, y la verdad, es hasta patético a veces. Superalo. Cómprate una taza de Mr Wonderfull de esas de «Eres el dueño de tu futuro» y créetelo.

Al igual que tú haces o harás, tus padres lo hicieron lo mejor que pudieron con lo que sabían en ese momento, así que deja de culparles. Sólo tú eres responsable de lo que te pase a partir de ahora, de la misma manera que tus hijos serán dueños de su destino cuando sean mayores.

#ElTemaDeLaSemana: Mi mejor momento del día

Mi mejor momento del día no tiene un horario concreto, aunque se suele dar siempre en momentos parecidos: al despertarnos, después de la siesta o antes de acostarnos. También a veces se da a media tarde, en el rato de juegos antes de las duchas. Incluso a veces se da en otros sitios: en la guarde cuando voy con G a recoger a P, en el negocio de R cuando llego con P y coincidimos los cuatro por primera vez en el día, en el parque cuando de repente P se sube al carro de G.

Mi mejor momento del día tiene tres ingredientes principales: P, G y R. Tiene otros ingredientes imprescindibles: mimos, cariño, felicidad, sonrisas, amor, ternura, sueños y juegos. Tienen que coincidir todos a la vez, lo que podría parecer difícil pero no lo es. Es muy fácil de hecho; están ahí, agazapados, esperando que nuestras prisas, nuestro stress, nuestros problemas, nuestras chiquilladas les dejen salir.

 

Mi mejor momento del día es cuando P le hace una caricia a G, G se ríe a carcajadas mientras R la mira, y luego R me mira con esa mirada de felicidad absoluta que me hace sentirme el ser más feliz del planeta.

 

El mejor momento del día

Sonríe más #7posts7dias

Sonríe más.

Sonríele a la vida. Sonríele a tus hijos, a tu pareja, a tu familia. A tus amigos, conocidos y saludados. A tus compañeros de trabajo y a tus vecinos. Al panadero, al conductor del autobús, a la profe de la guarde, al señor que siempre espera el autobús a la misma hora que tú, al dependiente de la tienda del barrio que siempre le regala un caramelo a tu hijo. A los desconocidos que te cruzas por la calle, a los que dejas pasar en el autobús, a los que se te ponen al lado para cruzar un paso de cebra.

Sonríe!

Sonríe!

Sonríele a la tristeza. Sonríele a los malos momentos, a las decepciones, a los fracasos. A las personas amargadas, aburridas y pesimistas que te rodean. A las enfermedades, a los miedos, a los palos que da la vida. A la monotonía que nos lleva a alojarnos en una triste zona de confort, al cansancio que nos quita las fuerzas para hacer lo que queremos, a la costumbre que hace que no digamos lo que pensamos porque «ya lo sabes».

Sonríe más.

Suerte Injusta #7Dias7Posts

La suerte es injusta, por definición. No se basa en el esfuerzo, en la constancia, en los méritos o en la necesidad. Se basa en el azar.

Hoy hemos tenido suerte. Nuestro hijo ha podido entrar en la escuela que nos gustaba para él. La que queríamos. La única que hemos visitado, porque era la única que creíamos se adaptaría a lo que entendemos que debe ser una escuela.  Hemos tenido la suerte de que el número de desempate y el nuestro están suficientemente próximos para que seamos uno de los 52 elegidos. Otros 40 se han quedado fuera. 40 niños cuyos padres tienen ahora un marrón encima de la mesa, por mala suerte.

Suerte injusta

Suerte injusta

 

Porque ellos también creyeron que esta escuela era la mejor para sus hijos. Seguramente se miraron otras, las visitaron, preguntaron, lo hablaron y analizaron posibilidades. Sabían que en esta escuela había menos opciones de entrar que en otras, y aún así, decidieron apostar por esta. Pero se han quedado fuera por mala suerte.

Porque cuando ves algo que quieres para tus hijos, vas a por ello. Si es esta escuela dónde quieres que les eduquen, que les enseñen, que les acompañen y en la que estás convencido que va a forjar parte de su futuro, no piensas en estadísticas, en números, en porcentajes.

Ahora estos padres tienen un mes por delante de incertidumbre, de tensión y de nervios. Porque dentro de un mes, otra máquina les dirá cual de las escuelas QUE NO HAN ELEGIDO va a encargarse de sus hijos.

No digo que no me alegre de nuestra suerte. Me alegro y mucho. Estoy encantado de que mi hijo haya tenido la suerte de tener lo que creo que es mejor para él.

Pero no es justo.

Felicidad: Amor o Libertad

Ayer volvíamos en avión de vacaciones de pasar unos días con la familia. En el aeropuerto, cansados todos, con la peque con hambre y con P más demandante que Manos Limpias, esperando para embarcar. Delante una pareja, de esa edad en la que ya te van preguntando «y los hijos para cuando?«.

Él mirando el móvil… Supongo que jugando al trivial o al candy crush. Ella nos miraba alucinada, y le iba comentando a su noviete cosas que nos pasaban casi horrorizada. Dos padres, dos niños, tres maletas, dos mochilas y un carro en una especie de caos organizado:
G se cagó entera, y mi amolsito le cambió el pañal, body y pantalones ahí mismo. Una cagada de esas de tobillo a oreja. Luego se tiró a por el bibi (perdón tetalibanes… O no) como si no hubiera mañana. Vomitadita de leche regurgitada incluida. P estaba cansado, aburrido y harto de viajar. Lloraba, gritaba, se iba corriendo. Volvía, nos abrazaba, nos pegaba. Tiraba cosas y las recogía. Ella seguía con cara de acojone total. Ella, que venía de pasar unos días con su cari en las fallas, veía su futuro y no le gustaba.

Así que (no) me levanté y (no) les dije:

¿Amor o Libertad? ¿Que os hace felices?

¿Amor o Libertad?

Amor o Libertad – by Tropofoto

Si tu felicidad se basa ser libre, no tengas hijos. Si quieres hacer siempre lo que quieras, sin depender de otros, siendo tú el protagonista de la historia. Si quieres viajar sin parar, sin pensar. Si quieres dormir, salir, cenar y follar como ahora (o más), no tengas hijos. 
Si eres feliz amando y siendo amado, ten hijos. Si quieres amar a otros más que a ti mismo (no, a tu pareja no la amas así). Si quieres ver como te miran y piensan que tu lo eres todo cuando ellos lo son todo. Si quieres querer como no sabías que podías hacerlo, ten hijos.
PD: Tenlos con alguien que piensa como tu. Y no los tengas si no quieres, por mucho que toque, quieran o te insistan. Porque serás infeliz y los harás infelices.
POSTS CRUZADOS: Este post está hecho en colaboración con el gran Tropofoto – Yo puse el texto y el me mandó una foto suya que ha resultado genial para el texto. En su blog hemos hecho lo mismo al revés, puedes ver su post AQUI

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