Padre de dos. Bloguero. Podcastero. Tuitero.

Etiqueta: Padrazo

Manos sujetando una máscara blanca con fondo negro

Hipocresía paternal

«La paternidad y la hipocresía van de la mano, igual que la cebolla y la tortilla de patatas» Sócrates

Ser padre es ser hipócrita. Es mentir. Es fingir. Es actuar. No hay más.

Es pretender que tienes bajo control la situación, que sabes cuáles son los mejores pañales para tus hijos y que el carrito que has elegido es el mejor de entre las millones de posibilidades. Es disimular delante de tus propios padres y familiares que tú mejor que nadie sabes lo que le conviene a tus criaturas, cuando el 90% de las veces tomas las decisiones al azar (o intuición que le llaman los más necios).

Es fingir que los padres de sus compañeros de guardería te caen bien cuando en realidad tu vida te la sopla y lo único que quieres es estar tranquilo viendo a tu hija comer tierra a puñados y preferirías escuchar «Baby shark» en bucle durante 2 horas a que Juancho te cuente por enésima vez sobre lo creativo que es su hijo al intentar poner las piezas rectangulares en los agujeros circulares.

Es sonreir y poner cara de Padrazo en plan «es un momento maravilloso y estoy en la cima del mundo» cuando sales a pasear con tu recién nacido y las señoras viejas te dicen algo en el supermercado cuando realmente estás muerto de sueño y lo único que quieres es que el puto niño se duerma y sentarte al sol en un banco, cerrar los ojos y trasladarte por unos segundos a esos momentos de noches demasiado cortas y cervezas demasiado largas.

Pero esta hipocresía es fácil de hacer e incluso es placentera, porqué es hacia fuera. Hacia gente que te importa una mierda y hacia la cuál haces gala de educación porqué confrontarles o mandarles a la mierda requiere más energía, algo de lo que no vas precisamente sobrado.

Pero cuando las criaturas crecen, aparece otro tipo de hipocresía más xunga, más difícil, de la que te consume por dentro.

«Cariño, hay que esforzarse al máximo para hacer las cosas lo mejor posible» le dices cuando te enseña un cuadrado, dos redondas y dos palos y pretende que entiendas que es Bob Esponja al lado de Patricio. Y se lo dices tú, que esa misma mañana has estado 3 horas viendo vídeos de TikTok en lugar de currate esa presentación que tenías que hacer a las 12h para finalmente en 15 minutos y gracias a la magia del Ctrl+C Ctrl+V hacer una chapuza de la que te avergüenzas.

«Papi, la gorda que sale por la tele es una cerda». Y tú le riñes de manera enérgica y le dices que no hay que juzgar a las personas por su físico ni reirse de ellas ni mucho menos etiquetarlas con palabras como gorda o cerda, mientras dudas si esas palabras realmente las ha dicho él o ha sido tu cerebro infantil de mierda, el mismo que hacían que le llamaras Chettos tu amigo Pedro de 4rto B.

«Hijo, ponte la mascarilla aunque estés en el parque corriendo con tus amigos» le dices mientras él te mira extrañado y se la pone de nuevo con cara de resignación mientras te ve sentado en la terraza del bar de al lado del parque, compartiendo una mesa de 4 con otros 13 padres y madres tomando una cerveza y fumandote un cigarrito tan a gusto.

Quizás ser padre es ser hipócrita. Quizás educar es ser hipócrita.

Papá, viajas mucho #mesPADRE

«Papá, viajas mucho«.

Nunca 3 palabras me habían dolido tanto, ni me habían hecho pensar tanto.

Porque viajar es apasionante y muy enriquecedor. Salir de tu zona de confort siempre te lleva al aprendizaje… y no me refiero a la típica imagen de Linkedin a la que le dedicas 8 segundos y luego sigues sentado en tu cómoda silla de tu confortable oficina,  sino a salir de tu zona de confort físicamente.

 

Explicacion zona de confort

Sal de tu zona de confort

Ir a sitios en los que no has estado y ver otras maneras de vivir, otras formas de ser. Ser consciente de la diversidad que hay alrededor nuestro y poder exprimir la riqueza que eso representa para nosotros.

Y hacerlo por trabajo es doblemente enriquecedor para mí porque:

  • sales de tu oficina, de tu cubículo, de tus relaciones profesionales habituales
  • conoces en persona (y besas, abrazas, tocas) a quienes hasta la fecha eran sólo un email, un skype o un perfil de redes sociales
  • aprendes otra manera de trabajar y de enfocar la vida profesional (from 9 to 5 and then home, seres productivos que no están por estar en la oficina, seres profesionales que no mezclan las emociones con su vida laboral).

Si la diversidad en la vida personal es importante, aún lo es más en el mundo profesional, y no hay mejor manera de aprovechar la diversidad que viajar. Además estos viajes vienen causados, en mi caso, por haber aceptado un nuevo reto profesional con más responsabilidad, por lo que al vértigo que genera salir de mi zona de confort se le suma el vértigo de las nuevas responsabilidades.

Pero también tiene una parte mala.

Viajar es muy muy cansado y estresante. Pasarte de Lunes a Jueves fuera, volver con Jet Lag, con la maleta llena de ropa sucia y con la bandeja de entrada llena de correos por responder. Además estás lejos de los tuyos y los echas mucho de menos.

Y esa parte no es justa, sobretodo para los demás. Para los peques porque te echan de menos y no entienden que no estés en casa cuando se levantan, cuando llegan del cole o cuando quieren hacer una pizza de plastelina. Para tu pareja, porque le toca hacer sola lo que normalmente hacéis entre los dos. Y para el resto de familia, que suelen echar una mano extra durante esos días. Y para tí, porque por mucho que te autojustifiques pensando «cuando esté en casa pasaré más tiempo con ellos y será tiempo de calidad» sabes que sólo lo piensas para excusarte, porque el tiempo de calidad no existe señores.

Y es cuando te invade un sentimiento de culpabilidad por partida doble.

Sentimiento de culpabilidad por no estar, por no pasar el tiempo que deberías dónde deberías. Por ser el culpable de todo lo malo que pasa mientras estás fuera. Por no asistir a todas las reuniones de trabajo a las que deberías o querrías. Porque la conciliación es como los reyes magos: sería bonito que existiera.

Culpable por descubrirte dudando en múltiplas ocasiones. Dudando sobre si la semana que viene tienes que irte a Tombuctú para una reunión de 4 horas o mejor te quedas en casa y te conectas por videollamada. Porque sabes que si no estás allí no la aprovecharás al 100%, pero estar 3 días fuera de casa por 4 horas de trabajo te parece un poco demasiado.

Y además piensas mucho. Mis hijos son lo más importante para mí desde hace mucho tiempo, y han sido lo único importante desde que nacieron. Pero desde hace poco, yo vuelvo a ser importante.

Esta entrada forma parte del carrousel #mesPadre de Papás Blogueros

Felices los 4

Se hace de noche. De noche es cuando los pensamientos se vuelven turbios, cuando el inconsciente nos asalta, cuando aparece nuestro verdadero yo. Tú intentas ser independiente, ser libre y no pensar en mí. Yo también lo intento, lo confieso, pero tampoco lo consigo. Yo la tengo a ella y tú le tienes a él. Las noches son raras, porque nuestros cuerpos duermen con otros pero nuestras mentes nos siguen conectando.

Hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer son dos pasiones no sólo distintas sino casi contradictorias.

El amor no se manifiesta con el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino con el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer)

Milan Kundera en «La insoportable levedad del ser»

Tomás es un intelectual liberal. Va saltando de cama en cama y tiene varias amantes. Tiene amantes «permanentes», con las que se ve de vez en cuando y disfrutan del arte, la cultura y la gastronomía (y por supuesto del sexo). Y tiene amantes fugaces, con las que pasa periodos cortos pero intensos. Sólo tiene una regla: nunca duerme con ellas, porque dormir con alguien es algo demasiado íntimo. Pero un día conoce a Teresa y ocurre algo fascinante: es la primera mujer con la que Tomás duerme (en el sentido literal)… y además sin haber tenido sexo antes! Pero no os preocupéis por Tomás, que su virilidad y hombría siguen intactos a pesar de esto.

De sobras sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría por ti la vida entera.

Y sin embargo, un rato, cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera, te cambiaría por cualquiera

Sabina en «Y sin embargo»

Porque cuando llega la noche, yo duermo con ella pero mi mente está contigo. Y sé que tu mente también está conmigo, aunque estés con él. Y también, por una maravilla del destino, sus mentes se conectan a la vez que lo hacen las nuestras. Porque por mucho que durmamos separados, nosotros aquí y vosotros ahí, nuestras mentes no lo están.

Y si con otro pasas el rato, vamos a ser felices.

Vamos a ser felices.

Felices los cuatro.

Y agrandamos el cuarto.

Maluma. Padrazo Colechador.

Y por eso por las noches, cuando ya ellos duermen, tu y yo nos buscamos.
Y por eso por las noches, cuando nosotros dormirmos, ellos se buscan. Y por eso, casi siempre, acabamos acostándonos juntos los 4.

Felices los 4.

No soy yo, eres tú

Cuando te enfadas conmigo porque no me pongo a jugar contigo a construirles casas a los superhéroes y en lugar de eso me pongo a ordenar la cocina.
Cuando tú quieres bajar al parque a tirarnos por el tobogán y yo te digo que mejor te pongo los PJ Masks en el ipad para poder pegarme una ducha.
Cuando te quedas triste porque te dejamos con tus tíos para irnos nosotros dos solos a cenar.
Cuando me pides que llamemos a tus amigos para quedar con ellos pero en lugar de eso te mando con los abuelos a pasar el día para yo poder hacer cosas de la casa.
Cuando te dejo en la clase de P3 más temprano de lo que toca para llegar a tiempo a esa reunión de trabajo pero tu te enfadas y te quedas llorando.

Cuando me miras con cara de «Papá, eres un egoísta» por no prestarte atención cuando tu la necesitas. Lo siento pero necesito tiempo para mí.

Necesito tiempo para mí.
Necesito tiempo para ordenar la cocina, poner una lavadora, fregar los platos y planchar.
Necesito tiempo para ducharme, para afeitarme y para cuidarme.
Necesito tiempo para estar a solas con el otro amor de mi vida, tu madre.
Necesito tiempo para trabajar; no es sólo por ganar dinero, sino porque también me llena mi vida profesional.

Hacer todo esto es importante, muy importante, aunque sé que tu no lo entiendes.  A veces yo tampoco. Y tampoco espero que lo entiendas nunca, porque qué cojones, eres un niño y esto son cosas de mayores. Pero espero que veas, sientas y sepas que eso no es lo más importante.

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Leer más sobre conciliación:


Me mola ser un Padrazo

Padrazo.

Mucho se está hablando en los últimos tiempos sobre ser un Padrazo (lo hicimos en el Gestionando Hijos, lo hace Un Papá En Prácticas), sobre el #EfectoPicha (ya hace tiempo tb habló La Parejita de Golpe), sobre Ayudar en casa (gran Alberto Soler)…

Realmente, hechos normales son tratados como especiales, heroicos, sobrenaturales. Y, reconozcamos-lo… nos encanta. Nos encanta que nos adulen, que nos llamen Padrazo y que le digan a nuestras parejas «que buen padre que es». Que tu suegra te diga «sigue cuidando-los como lo haces» o cuando le dicen a tu hijo «que suerte que has tenido con este padre que te quiere tanto». Raro sería que no nos gustara y nos llenara «de orgullo y satisfacción», que decía Juanca.

Pero no podemos decirlo en público. No podemos decir que somos unos Padrazos, porque Madrazas hay muchas y nadie las aplaude. Porque en la comparación está el despropósito. Porque a ellas, que llevan siglos (o milenios) siendo unas madrazas, nadie las aplaude por ello. Así que… ¿que nos creemos los hombres por sentirnos especiales? ¿Por esperar aplausos, palmaditas en la espalda y besos? Porque decir «Padrazo» es ponernos en un nivel superior por hacer lo normal, y eso pone en el nivel normal a los que no hacen lo que deberían.

Pero yo si que me siento especial. Me siento especial porque voy a ser el mejor padre del mundo (lo siento Vader) . Voy a ser mejor cada día: quiero que mi hijo me quiera más cada día, entenderle mejor, jugar más tiempo con él, tener más paciencia. Quiero estar ahí todo el tiempo posible para disfrutar de él y verle crecer.

No puedes ser lo que no puedes ver

No puedes ser lo que no puedes ver

Y creo que es bueno darle visibilidad a los mal llamados Padrazos. Porque dándole visibilidad a lo que hacemos, estamos dando ejemplo. Para todos aquellos que no lo hacen y deberían. Espero que se mueran de envidia o de vergüenza por no estar haciéndolo. Espero que se les despierte ese papá interior que seguro que en su día estuvo ahí, con ganas de pasar las 24 horas del día con sus hijos. Espero poder hablar con ellos y llevarlos al lado oscuro de la paternidad.

Porque no puedes ser lo que no puedes ver. 

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